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Europa, en las garras de la pobreza.

Vagabundo en BélgicaEs común ver a vagabundos y personas pidiendo dinero en las calles de las ciudades europeas.
Pese a tener uno de los sistemas de seguridad social más generosos del mundo, en la Unión Europea (UE) millones de personas son excluidas del Estado de bienestar, un sistema que ha ayudado a crear la imagen de Europa como una "tierra de ensueño".

"No son personas que vienen del Tercer Mundo a buscar un mejor futuro en Europa, sino alemanes, franceses, holandeses y belgas nacidos aquí y que han sido pobres por generaciones", dice a BBC Mundo, Maarten Deman, titular del Consejo de Salud y Bienestar de Bruselas, una instancia dedicada a brindar apoyo a las personas de pocos recursos.
De acuerdo con la Comisión Europea, el 17% de la población de la UE, unas 84 millones de personas, son consideradas pobres, es decir, cuentan con ingresos equivalentes o inferiores al 60% de la media nacional.
El número de personas desfavorecidas podría ser aún mayor como consecuencia de la crisis económica, si se toma en consideración que dejó sin empleo a 5 millones de europeos tan solo en el primer semestre del 2009, estima un estudio interno del Ejecutivo comunitario.

"Muchos piensan que los programas de seguridad social han resuelto el problema de la pobreza en Europa, pero no es así. Los cambios experimentados por las estructuras económicas, sociales y demográficas como consecuencia del desarrollo, han creado nuevas formas de exclusión social", explica Deman.
El experto sostiene que un pobre europeo podría no ser considerado como tal en Latinoamérica, pero en Europa sí lo es.

Éste no tiene acceso a por lo menos tres de los nueve derechos básicos que la mayoría de los europeos dan por sentado, como comer carne por lo menos una vez cada dos días, salir de vacaciones una vez al año, poder hacer frente a gastos inesperados y tener un hogar digno y con calefacción.

Disparidad

No son personas que vienen del Tercer Mundo a buscar un mejor futuro en Europa, sino alemanes, franceses, holandeses y belgas nacidos aquí y que han sido pobres por generaciones
Maarten Deman, Consejo de Salud y Bienestar de Bruselas
Los niveles de exclusión social varían de un país a otro en los 27 países que integran el bloque comunitario.
La República Checa destaca como la nación con menor número de hogares pobres con sólo 9%, seguida por Eslovaquia y Holanda con 11%, y Suecia, Dinamarca, Austria, Eslovenia y Hungría con 12% respectivamente.

Por el contrario, Letonia figura como la nación con mayor número de hogares pobres con uno por cada cuatro, seguida por Rumanía, Bulgaria, Grecia y España con un promedio de uno de cada cinco.
Los estándares de vida son igualmente diversos entre los países. Por ejemplo, en Luxemburgo se considera pobre una persona con ingresos equivalentes o menores a los 900 euros (US$1.200) mensuales, mientras que en Hungría la brecha de la pobreza son 200 euros (US$270) mensuales.

"Dependo del gobierno"

La belga Maria Dolores G., quien fue bautizada con ese nombre hace 52 años en honor a la actriz mexicana, ha vivido toda su vida en uno de los barrios más desfavorecidos de Bélgica, el norte de Amberes, y ante la sociedad es considerada pobre.
No tengo estudios, ni posibilidades de trabajar y no me queda otra que resignarme y vivir con lo que me da el gobierno
Maria Dolores G.
Nadie le quiere dar trabajo, con todas las de la ley, debido a que padece de una deformación de los huesos causada por la mala alimentación durante su infancia y vive de la ayuda del Estado, así como de la generosidad de las unidades de asistencia social que operan en el suburbio repartiendo gratuitamente despensas.

Los 870 euros (US$1.180) que recibe del Estado mensualmente, sólo le alcanza para cubrir el seguro médico, la renta de un pequeño departamento con problemas de humedad, pagar la luz, el agua y una precaria calefacción que en invierno sólo calienta una de las dos habitaciones.

Su vieja televisión sólo recibe en mala calidad un par de canales gratuitos y la última vez que se fue de vacaciones, fue al sur de Bélgica, las Ardenas, hace ocho años.
"No tengo estudios, ni posibilidades de trabajar y no me queda otra que resignarme y vivir con lo que me da el gobierno", dice Dolores.
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