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En busca del oro del Río de la Plata

MONTEVIDEO

La fragata española "Nuestra Señora de la Asunción'', cargada con monedas de oro, es uno de los más de 1,000 buques devorados por las traicioneras aguas del Río de la Plata que despierta el interés de los buscadores de tesoros, a quienes el gobierno uruguayo no permite actuar.

Las furiosas olas de este "río ancho como mar'' sacudieron inclementes al barco español y terminaron por llevarlo a pique el 20 de mayo de 1805 cuando ingresaba a Montevideo desde el puerto peruano de El Callao.

Montevideo contaba con un dinámico flujo marítimo en la época colonial, que incluía la escala de los barcos que iban y venían entre El Callao y España, y otros países europeos, por el Estrecho de Magallanes.

La navegación del Río de la Plata implicaba entonces grandes pérdidas humanas y materiales, ante la diversidad de obstáculos geográficos, tormentas y corrientes traicioneras.

Entre sus principales trampas figura el Banco Inglés, llamado "tragabarcos'', de 150 km2 y mal ubicado en las cartas hasta su balizamiento en 1857. Es considerado el mayor cementerio náutico de Sudamérica, donde descansan más de 250 buques.

El empresario uruguayo Alfredo Etchegaray y su socio Héctor Bado lograron 254 detecciones en esa zona, entre ellas "La Asunción'', que no pueden rescatar por un decreto del gobierno del 2007 que prohibió la actividad, pese a los permisos de la Prefectura Nacional Naval.

"Es para ponerse a llorar'', señalaron Etchegaray y Bado, que llevan invertidos $6 millones en sus proyectos de búsqueda de buques.

Tampoco pueden seguir con el rescate del acorazado de bolsillo alemán "Admiral Graf Spee'', hundido cerca de la Bahía de Montevideo el 17 de diciembre de 1939 tras uno de los primeros choques navales de la II Guerra Mundial.

En el 2006 recuperaron un águila de bronce, con sus alas desplegadas y una esvástica entre sus garras, única en el mundo tras el desmantelamiento de la simbología nazi con la caída del III Reich. En 1998 habían extraído un cañón y en el 2004 el telémetro.

La veda llegó luego de la intervención de Alemania, que tras la aparición del águila reivindicó su propiedad sobre el Graf Spee, pese a que en 1940 vendió sus restos a un uruguayo que los compró como agente encubierto de Gran Bretaña, según documentos del Public Record Office de Londres.

El ministro alemán de Relaciones Exteriores, Guido Westerwelle, manifestó en marzo en Montevideo el deseo de su país de "evitar'' que "los símbolos del régimen nazi lleguen al comercio'' y pidió "un trato constructivo (...) como un museo''.

"Siempre propusimos un destino serio, histórico y cultural'' para el "Graf Spee'', pero "contemplando la justa compensación'', apuntó Etchegaray.

La prohibición "viola los contratos con la Prefectura'', explica Bado, buzo y técnico en detección submarina, que halló el navío "Agamemnon'' --que combatió en la Batalla de Trafalgar (1805) al mando del almirante Lord Horatio Nelson-- en la Bahía de Maldonado, frente a Punta del Este, donde naufragó en 1809, y recuperó el único cañón que sobrevive de ese buque.

La Comisión de Patrimonio "nos hizo la vida miserable; fue la que terminó con la actividad'', afirma Bado, a quien el reparto a medias le parecía un buen trato para el gobierno. Como "no tienen fondos'', de esa manera no corrían ni "con los gastos ni los riesgos''.

En cambio, para el arqueólogo José López Mazz, integrante de la Comisión, el patrimonio es indivisible: "es ridículo contar con el 50 por ciento de algo que tiene integridad patrimonial'', afirmó, y lamentó que "aquí hay una especulación muy grande''.

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