Reflexion que llega al alma "Pensamientos que matan"
Pensamientos que matan
Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio (Filipenses 4: 8).
COMO LEY ESPIRITUAL, EL SÉPTIMO MANDAMIENTO no solo condena la acción pecaminosa, sino también los malos deseos y los pensamientos corruptos. Nuestro Señor lo expresó de esta manera: «Ustedes han oído que se dijo: “No cometas adulterio”.
Pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te hace pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder una sola parte de tu cuerpo, y no que todo él sea arrojado al infierno» (Mat. 5: 27-29). En este pasaje, Jesús condena el deseo mórbido. Todo acto pecaminoso comienza en la mente. La tentación se engendra en un pensamiento, por eso no debemos acariciar malos pensamientos. Martín Lutero decía: «No podemos impedir que las aves vuelen sobre nuestra cabeza, pero sí podemos impedir que aniden en nuestros cabellos».
El ojo no tiene la culpa, el problema está en la mente. Esta debe ponerse bajo el control de la fe. El ojo es una de las avenidas de nuestra mente, y debemos evitar que por ella entre información que nos dañe espiritualmente. Con la ayuda de Dios podemos cerrar la revista o el libro pornográfico, apagar la televisión o cambiar el canal que sugiere el mal. Podemos cerrar los ojos a escenas corruptoras
Meditemos: «El que se niega a ver, escuchar, gustar, oler o tocar lo que incita al pecado, ha ganado buena parte de la batalla para evitar los pensamientos pecaminosos. El que inmediatamente desecha los malos pensamientos, cuando fugazmente pasan como un relámpago en su conciencia, evita así la formación de una manera de pensar que se hace hábito y que condiciona la mente para que peque cuando se presente la oportunidad» (Comentario bíblico adventista, t. 5, p. 327
Que Dios te bendiga,
Pedidos de oración al cielo77014@hotmail.com
Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio (Filipenses 4: 8).
COMO LEY ESPIRITUAL, EL SÉPTIMO MANDAMIENTO no solo condena la acción pecaminosa, sino también los malos deseos y los pensamientos corruptos. Nuestro Señor lo expresó de esta manera: «Ustedes han oído que se dijo: “No cometas adulterio”.
Pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te hace pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder una sola parte de tu cuerpo, y no que todo él sea arrojado al infierno» (Mat. 5: 27-29). En este pasaje, Jesús condena el deseo mórbido. Todo acto pecaminoso comienza en la mente. La tentación se engendra en un pensamiento, por eso no debemos acariciar malos pensamientos. Martín Lutero decía: «No podemos impedir que las aves vuelen sobre nuestra cabeza, pero sí podemos impedir que aniden en nuestros cabellos».
El ojo no tiene la culpa, el problema está en la mente. Esta debe ponerse bajo el control de la fe. El ojo es una de las avenidas de nuestra mente, y debemos evitar que por ella entre información que nos dañe espiritualmente. Con la ayuda de Dios podemos cerrar la revista o el libro pornográfico, apagar la televisión o cambiar el canal que sugiere el mal. Podemos cerrar los ojos a escenas corruptoras
Meditemos: «El que se niega a ver, escuchar, gustar, oler o tocar lo que incita al pecado, ha ganado buena parte de la batalla para evitar los pensamientos pecaminosos. El que inmediatamente desecha los malos pensamientos, cuando fugazmente pasan como un relámpago en su conciencia, evita así la formación de una manera de pensar que se hace hábito y que condiciona la mente para que peque cuando se presente la oportunidad» (Comentario bíblico adventista, t. 5, p. 327
Que Dios te bendiga,
Pedidos de oración al cielo77014@hotmail.com