Aumenta la cantidad de vendedores ambulantes en Hialeah
Por Enrique Flor
El Nuevo Herald
Tras perder su trabajo como soldador, Gilberto Echevarría salió a vender limones y botellas de agua helada a las calles de Hialeah.
"A mí me atropellaron hace dos años, mi recuperación tomó varios meses y perdí mi trabajo, así que no me quedó otra opción que ponerme a vender en la calle'', dijo este cubano de 44 años.
Echevarría es uno del centenar de nuevos vendedores ambulantes que en los últimos tiempos se han volcado a las calles de Hialeah.
Desde fruteros, floristas y vendedores de agua, la mayoría de ellos aprovecha la luz roja para ofrecer su mercadería a los transeúntes en las principales calles de esa ciudad.
De acuerdo con el ayuntamiento de Hialeah, en los últimos dos años se registró un aumento del 30 por ciento en la emisión de licencias para vendedores ambulantes. Actualmente, hay 411 vendedores callejeros con permisos.
El incremento de estos comerciantes es un reflejo de la crisis económica en esta popular ciudad, pero también una honrada respuesta de la comunidad para capear la crisis económica, sostuvo el alcalde Julio Robaina.
"Siempre hay críticas por la presencia de vendedores en las calles pero prefiero que nuestra gente esté trabajando, ganándose la vida de manera digna, y no haciéndole daño a otras personas'', aseguró Robaina.
Sólo en lo que va de año, el Departamento de Impuestos a los Negocios de Hialeah ha procesado 90 nuevas licencias de vendedores callejeros.
Según funcionarios de ese departamento, el 90 por ciento de los solicitantes de licencias son personas que carecen de conocimientos o fondos para iniciar un negocio formal.
Robaina sostuvo que trata de encontrar un balance ya que por un lado estos vendedores representan una competencia para establecimientos que pagan mayores impuestos, pero por otro lado son parte de la cultura local.
"Lo que debemos hacer no es reprimirlos, sino organizarlos'', recalcó.
En Hialeah, añadió Robaina, los vendedores callejeros están correctamente identificados y pagan una tarifa de $45 al año. La licencia es gratuita para los vendedores mayores de 65 años.
Ese es el caso del argentino Jorge Radi, de 68 años, quien trabaja unas 10 horas al día para ganar un promedio de $40 por la venta de agua helada y flores.
"Antes me quedaba cuatro o cinco horas, pero ahora tengo que estar más tiempo porque están flojas las ventas'' sostuvo Radi, un santafesino que vive en Hialeah desde hace una década.
Según Robaina, los mayores reparos al comercio ambulatorio son dos: la seguridad y la salud pública.
De un lado, precisó, los vendedores tienen estrictamente prohibidos a vender carnes, pescado o mariscos crudos, mercadería que suele descomponerse sin la adecuada refrigeración.
En el caso de la seguridad, Robaina señaló que a los vendedores se les prohíbe ubicarse en vías de alta velocidad.
Danelia Martínez, una florista nicaragüense de 23 años, dijo que si bien ha podido sobrevivir vendiendo girasoles, espera que la economía local finalmente se reactive.
"Yo vendo en Hialeah porque hay mucho movimiento comercial, pero si la cosa sigue mal pienso regresar a Nicaragua con mi esposo'', dijo Martínez, quien cuida a su hijo Cristopher, de un año, mientras vende flores. "El problema es que ahora, en las calles, cada vez hay más competencia''.