La Costa Norte Radio

Refugios haitianos entre la miseria y la promiscuidad

La queja generalizada en Haití es que la ayuda no llega a los refugios
Las casetas de distintos materiales y colores dan un aspecto de mercado general a la capital del país más pobre de América (Luis Gómez)

PUERTO PRÍNCIPE.- La miseria y promiscuidad es el común denominador en los campamentos de refugiados del terremoto que afectó a Haití el 12 de enero con una secuela de 222 mil muertos y más de 1.5 millones de afectados.

En estos lugares no se nota la ayuda millonaria en alimentos, medicamentos y de otra naturaleza que se anuncian a través de la prensa local e internacional.

Mientras, en países que dicen ser cooperantes se analiza la problemática de Haití en lujosos hoteles y con suculentos buffet.

El tiempo en las zonas devastadas parece que se detuvo aquel fatídico día de enero.

Aunque en la ciudad permanecen igual cientos de edificaciones que colapsaron ante el movimiento de tierra la tragedia se traslada ahora a los grupos de refugiados haitianos.

Los sobrevivientes del terremoto siguen las noticias por radios de pilas y desmienten a viva voz los partes noticiosos que afirman que las ayudas llegan a Haití.

En los refugios llamados Canadá dos, Estadio de Fútbol, City Soler y el que está frente al Palacio Presidencial, sus habitantes muestran las barrigas pegadas a las costillas queriendo decir que tienen hambre.

El Gobierno Haitiano de René Preval, afirma que Haití se esta reconstruyendo y que se mueven escombros y ayudan a los hambrientos.

Pero las imágenes que hay en las calles dicen lo contrario.

Instituciones sociales y cristianas acusan a las autoridades de no permitirles participar en el reparto de la ayuda internacional y hablan de un tapón de los recursos dispuestos por países donantes.

En tanto que en la parte céntrica de Puerto Príncipe, que fue la que más sufrió el terremoto del 12 de enero, la policía haitiana tiene que emplearse a fondo para evitar los saqueos.

Observamos como una patrulla mantenía en el suelo boca abajo a un grupo de jóvenes de no más de 18 años sorprendido robando en una de las edificaciones desplomadas.

Otro grupo que hacía lo propio fue dispersado con disparos de escopeta calibre 12.


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De Erick Montilla
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