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LA MUJER DOMINICANA: UN PROBLEMA DE FONDO Y FORMA

POR MARGARITA FRANCO ZIMMERMANN
La mitad de la población mundial está conformada por mujeres y niñas; la República Dominicana no es la excepción. Las sociedades avanzadas capitalizan totalmente esa mitad de sus recursos humanos porque no toman el riesgo de perder su mayor potencial competitivo. Por ello es que a la mujer dominicana se le debe tomar cada día más en cuenta.

El Estado Dominicano debe entender que la participación igualitaria de las mujeres con respecto a los hombres en todos los aspectos es una condición fundamental para crear una sociedad competitiva y próspera y concretizar su compromiso de educación. En este sentido debe entender que las campañas de orientación deben de ser mas contundentes y que las mujeres, sin compararlas poéticamente con los pétalos de rosa, somos seres humanos con la capacidad no solo de reproducir sino también de reconstruir de manera sostenible nuestra maltrecha economía.

Tenemos la Ley 24-97 creada para proteger a la mujer de la no violencia de géneros y el abuso sexual. Llevarla a la práctica en nuestro país es todavía difícil. Por ello, dicha legislación debería ser mucho mas ponderada y efectiva, para lo cual sería conveniente agregarle un párrafo que promueva la igualdad de género como derecho humano básico, al igual como se hace en las sociedades desarrolladas en las que prevalece la igualdad de género, piedra angular del desarrollo.

De adultos somos lo que aprendimos en la niñez. Por lo tanto, el concepto y aplicación de la educación sexual básica es y seguirá siendo el eje principal de todo este engranaje social. Hasta que no terminen los escándalos que a diario se escuchan o se leen en la prensa sobre violaciones a niñas y adolescentes, agresiones sexuales o verbales, acosos e indiferencia en contra de mujeres, dicho concepto seguirá siendo inútil y no una realidad.

En nuestro país ser mujer aún es una difícil y dura condición. Somos objeto de chistes, comentarios sexistas y machistas, atracos fáciles e incluso somos sinónimo de inutilidad. Cuando guiamos un auto si lo hacemos mal escuchamos la expresión «tenía que ser mujer» y si lo hacemos bien «esta mujer maneja como un hombre». Al salir a la calle recibimos insultos solapados tales como: «Adiós mami» y si tenemos canas somos igualmente despreciadas porque pasamos a ser una «maldita vieja».

Los halagos masculinos públicos son vistos en nuestro país como algo normal. En sociedades avanzadas, sin embargo, son considerados acoso sexual» pues detrás de esos “piropiadores” se esconden abusadores y provocadores.

Esto no es degeneración cultural sino mas bien lo que yo llamaría «mala educación», pues piropos así denotan desprecio y cultura patriarcal. Simplemente por eso digo: ¿Hasta cuándo?

Los asesinatos y abusos de mujeres tiene su origen en la falta de seguridad y la callada impunidad, las cuales se incrementan como sinónimo de brutalidad. Es por ello que los gobiernos tienen la mayor cuota de responsabilidad, porque no aplican la Ley de manera contundente. Por otro lado, la sociedad muchas veces nos obliga al silencio; por vergüenza y pudor son muchas las mujeres que guardan esos temas bajo el cobijo de su almohada, por temor a ser llamadas provocadoras e insinuantes.

Es muy fácil decir que «tenemos que cambiar nuestra mentalidad», pero las cosas no se logran de un día para otro. Hay que tomar en cuenta que esas conductas agresivas de hoy fueron aprendidas durante la niñez. Por lo tanto, debemos empezar cambiando nuestro sistema educativo a fin de enseñar desde temprana edad, en la escuela y el hogar, el respeto a la mujer y la no violencia externa e intrafamiliar, para construir una mejor sociedad.Definitivamente, es un problema de fondo y forma.

La violencia hacia nuestras madres, hijas, hermanas y amigas, denotan que la sociedad dominicana ha llegado a extremos de ser considerada enferma. Existen graves problemas cuyas soluciones requieren enormes esfuerzos porque sin darnos cuenta ha habido una devastación de los recursos morales, humanos, naturales y culturales, llegando a proporciones extremas, provocando los problemas que hoy vivimos, entre ellos miseria, vandalismo, corrupción, violencia, degradación de nuestra calidad de vida e irrespeto.

Para que nuestro país logre la igualdad de géneros, debe de ir al encuentro de esos altos estándares de igualdad, propiciando para la mujer participación y oportunidades económicas con salarios y acceso a empleos cualificados, ayudándola a superar su nivel educativo hasta lograr que cada mujer tenga derecho y acceso a la educación básica y superior, mayor esperanza de vida, respeto y salud. Además, para lograr que este sector tenga una amplia representación en las estructuras de poder y tenga participación en la toma de decisiones.

Ha quedado demostrado que las mujeres no somos un adorno. Somos especiales; por ello Dios nos ha enviado a este plano en gran mayoría, como seres despiertos y conocedores de nuestro rol en este encuentro.

Mujer dominicana, ámate mucho y valórate más!!!
lovi.. puertoplatahabla
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