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Reflexion que llega al alma "Fe y Obras"

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Por tanto, nadie será justificado en presencia de Dios por hacer las obras que exige la ley (Romanos 3:20).
CREER QUE UNO SE SALVA POR LA FE y las buenas obras, es un tipo de legalismo sutil. La Palabra de Dios nos dice repetidas veces, como lo hemos visto en reflexiones anteriores, que la salvación es solo por la fe. Las obras, por buenas que sean, no forman parte de la razón por la que somos salvos.

El apóstol dice con claridad meridiana: «Porque sostenemos que todos somos justificados por la fe, y no por las obras que la ley exige» (Rom. 3: 28). Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe. Esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte» (Ele 2: 8. 9). El legalista sutil que cree que se salva por la fe y las obras, con el tiempo termina creyendo que se salva por las obras La fe desaparece del mapa porque se da por sentada. Lo que ocurre es que se pierde de vista que es lo que significa la fe. La fe se despersonaliza. Convirtiéndola en un mero asentimiento mental o confianza en un conjunto de doctrinas.

Como ya vimos, la fe es confianza en una persona. Jesús; particularmente, lo que esa persona hizo en nuestro lugar. Una fe sin Cristo no tiene ningún valor a los fines de la salvación
El legalista sutil normalmente tiene la visión de la vida cristiana como representada por un bote de dos remos, donde uno representa la fe y el otro las obras. La única manera de llegar al puerto correcto es accionando ambos remos .Si solo se acciona el remo de la fe, no se llega a ninguna parte, como tampoco si solo se acciona el de las obras Tienen que accionarse ambos para que el bote se dirija correctamente. De este modo, solo llegaremos al reino de Dios por la fe y las obras. ¿Armoniza esta ilustración con lo que la Biblia enseña de la relación entre la fe y las obras?

El fruto de la fe
Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras (Hebreos 10:24).

LA RELACIÓN DE LA FE con las obras encierra otra sutileza que es impórtame entender. La vida cristiana no puede desenvolverse sin buenas obras, llega a ser comprensible que creamos que la salvación es por fe y obras. Pero esto es un engaño. Las obras son el fruto de nuestra relación con Cristo, porque el carácter de Cristo se empieza a reflejar en la vida del que se relaciona con él. La santificación es el fruto de la justificación (Rom 6: 22). El Espíritu Santo trabaja en la vida del cristiano y produce buenas obras, pero esta no es la razón por la que somos salvos.
El apóstol Pablo, que fue el campeón del mensaje de la justificación por la fe. No tenía nada contra las buenas obras, salvo que se invocaran como base de la salvación.

Por otra parte, era consciente de que las buenas obras son parte de la vida cristiana: «Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica» (Efe. 2: 10). «Que se adornen más bien con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan servir a Dios» (1 Tim. 2: 10). «Y que sea reconocida por sus buenas obras, tales como criar hijos, practicar la hospitalidad, lavar los pies de los creyentes, ayudar a los que sufren y aprovechar toda oportunidad para hacer el bien» (1 Tim. 5: 10). «Mándales que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras, y generosos, dispuestos a compartir lo que tienen» (1 Tim. 6: 18).

«Permanecer en Cristo significa una fe viviente, ferviente, refrigerante que obre por el amor y purifique el alma. Significa una recepción constante del espíritu de Cristo. Una vida de entrega sin reservas a su servicio. Donde exista esta unión, aparecerán las buenas obras» (A fin de conocerle, p. 132).
Que Dios te bendiga, oramos por ti!
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